martes, 28 de noviembre de 2006


"Todas las resistencias, en la historia de la humanidad, han parecido inútiles, no sólo la víspera, sino también ya avanzada la noche de la agresión, pero el tiempo corre, paradójicamente, a su favor si es concebida para ello. Podrán caer muchas estatuas, pero si la decisión de generaciones se mantiene y alimenta, el triunfo de la resistencia es posible. No tendrá fecha precisa ni habrá desfiles fastuosos, pero el desgaste previsible de un aparato que convierte su propia maquinaria en su proyecto de nuevo orden terminará por ser total"


Subcomandante Marcos

lunes, 27 de noviembre de 2006

¿Quienes somos?


"Los que abrimos este espacio somos estudiantes y jóvenes de Viedma que intentamos colaborar en la difución y el debate de las prácticas y teorías autónomas locales, regionales, nacionales y globales. Con este objetivo publicamos nuestros artículos"
Colectivo "El Tendal"

América Latina ¿nuevos vientos o futuras tempestades?


América Latina ya no es la de antes. O por lo menos la que era hace unos pocos años. Parecen soplar nuevos vientos que anuncian cambios.

Desde lo institucional nuestro continente ha mutado, se ha transformado al calor de nuevos liderazgos, de nuevos programas políticos, de nuevas tendencias, de nuevos discursos. La década pasada fue la década de la obscenidad neoliberal, del despilfarro y corrupción televisada, con personajes como Menem, Fujimory y Abdalá Bucarám como actores de una comedia que por momentos daba risa, pero que escondía la atrocidad de la marginación de las enormes mayorías latinoamericanas en la pobreza.

La década pasada en América Latina fue la década del "Consenso de Washington", de las relaciones carnales -que mas que eso eran abusos y violaciones del país del Norte-, del ALCA a corto plazo, de la entrada al primer mundo, del estado inútil e innecesario, de la apertura de los mercados, de la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y la concentración de la pobreza en cada vez mas hogares de nuestro continente.

Parecen soplar nuevos vientos. Hoy gobierna en América Latina otra visión política. La llegada de Evo Morales con el 50% de los votos a Bolivia -un país tan empobrecido como rico-, la consolidación del poder de Hugo Chávez en Venezuela -ya casi sin oposición institucional-, la esperanza que pese a todo sigue despertando en algunos el gobierno del petista Lula en Brasil, la llegada del Frente Amplio de Tabaré Vasquez al gobierno uruguayo, la aceptación silenciosa de parte del pueblo argentino a las políticas de Néstor Kirchner y la presencia intacta de la Cuba de Fidel dejan en claro un panorama político-institucional diferente al que reinaba en los noventa. Fuera hay que dejar al gobierno de Chile de la Concertación de socialistas y democratacristianos que se mantiene al margen de estos gobiernos y mucho más cercano a EEUU, con el cual ya a firmado un ALCA bilateral, lo ha apoyado en su política de subsidios agrícolas en la OMC y ha mantenido una política económica de corte netamente neoliberal.

Sin embargo quedarnos con estos datos es quedarnos con una mirada parcial de la realidad latinoamericana, que es por supuesto, mucho más compleja. Nadie duda que estos gobiernos nacional-popular-reformistas llegan al poder con fuerte consenso popular -exceptuando el caso de Kirchner-. Pero si bien para algunos de ellos es muy prematuro aventurar sus políticas futuras, ninguno de los que han gobernado más de tres años han producido cambios profundos, estructurales, que vayan más allá del discurso y la verborragia anti-neoliberal. Tal vez Chavez sea el que ha llegado más lejos pero tampoco ha modificado en parte sustancial la realidad social de su país. Y la pregunta es ¿si Chavez no ha podido generar transformaciones estructurales con el poder con el que cuenta, podrán hacerlo los otros gobiernos, más presionados y condicionados?

La respuesta no está clara todavía. Lo que si queda claro es que hay un discurso derrotado: el discurso neoliberal. Y no lo derrotaron los lideres regionales ni sus partidos, sino el pueblo en las calles, las sociedades civiles movilizadas, como el 19-20 argentino, como las puebladas en Bolivia hace muy poco y las de Venezuela hace una década. Quedarnos con la mirada de lo político-institucional también es una mirada parcial. Porque también esta lo político-social, las nuevas rebeldías inorgánicas que se expanden desde El Alto en Bolivia hasta la gigantesca Buenos Aires, desde las Selvas amazónicas hasta las tierras araucanas, desde las selvas chiapanecas hasta la Patagonia originaria.

Los nuevos gobiernos en América Latina no tienen un "cheque en blanco". Tienen una obligación: mejorar la calidad de vida de los sectores populares en nuestra América. Y tienen poco tiempo para hacerlo. El reloj no corre a su favor. Es cierto que América Latina no es hoy un hervidero, pero lo puede ser en muy poco tiempo. Si hoy hay grandes sectores populares en América Latina que creen en un rumbo nuevo, la decepción puede tener efectos impredecibles.

¿Que pasa si estos gobiernos fracasan?. ¿Y si las presiones de los supra-poderes puede más que las pretensiones progresistas de los lideres y sus bases?. ¿Si ya fracasó el neoliberalismo como paradigma, si fracasa el nuevo reformismo, que paradigma nuevo lo suplantará?. Esta claro que ningún pueblo se suicida, que los pueblos seguirán buscando alternativas. En América Latina pueden soplar vientos de cambios, pero como decíamos, estos vientos pueden transformase en tormentas y tempestades.

Campaña para Nacionalizar el Petróleo y el Gas en Argentina: ¿nacionalización para qué?


Numerosas organizaciones sociales y políticas en nuestro país se encuentran desarrollando un plan para la "nacionalización del petróleo y el gas" privatizado en las épocas menemistas. El objetivo es juntar un millón de firmas e instar al estado argentino a que recupere estos recursos.

Aunque nadie duda de la buena fe de muchas de estas organizaciones, el tema de la "nacionalización de los recursos" -es decir la estatización- es un tema debatible. Un tema que por lo menos, merece alguna discusión en estas épocas posmodernas.

No se trata, desde nuestra posición, de ser "tira bombas" de lo que otros compañeros hacen o piensan. Solo decimos que merecen alguna reflexión. ¿Podemos trasladar el concepto de la nacionalización y la estatización sin alguna crítica?. ¿Puede permanecer este tema en la agenda de la izquierda sin ser cuestionado y revisado?.

Lo primero que debemos ver es el nuevo contexto en el que se pretenden instalar esta políticas de estado. En América Latina hay un nuevo mapa político, marcado en gran medida por una "nueva gobernabilidad"*. La llegada al gobierno de liderazgos o coaliciones que se reivindican como nacionales, populares y anti-neoliberales marcan un quiebre en relación con las experiencias anteriores signadas por el "Consenso de Washington" y el unilateralismo.

Pero ¿qué es la "nueva gobernabilidad?. Desde esta perceptiva ya no se puede gobernar como antes, ya no es posible imponer un neoliberalismo salvaje, hay que imponer uno suavizado, pero previsible, que como tal siga sin alterar los términos de acumulación del capital. Los gobiernos de Evo, de Chavez, de Lula, de Kirchner, son -aunque en medidas diferentes- el capitalismo posible en América Latina.

La "nacionalización de los recursos energéticos" aparece como una política de estado de estos nuevos gobiernos. Parecen intentar desarrollar un proceso directamente inverso que el de sus predecesores: "si ellos privatizaban, nosotros nacionalizamos". Los braza una nostalgia por aquel estado benefactor, el mismo estado que garantizó por décadas el dominio capitalista y que ahogó toda la potencia y radicalidad autónoma de los sectores populares. No solo las ahogó, las reprimió a sangre y fuego.
El caso de Bolivia es el más importante y radical de todos en cuanto a la "nacionalización de recursos" y su importancia. En Brasil el proceso fue más limitado y se está dando uno inverso -Petrobras, la petrolera mixta brasileña está siendo ganada cada vez más por el capital privado-.

Esperar todo del estado es un camino complicado, cuando no, conservador. Los pueblos deben apropiarse de los medios, de los recursos que le corresponden, esa es la soberanía de los pueblos, no la del estado. Decir que un recurso es estatal, no es decir, que es nuestro. Los pueblos mapuches de la Patagonia son testigos de esto: para el poder político son "usurpadores de tierras fiscales".

La izquierda tradicional mantiene imperturbable su agenda política pese a las nuevas y variadas realidades locales y globales. ¿Por qué toda la "manada progresista" se suma acríticamente a estos proyectos? ¿Cuánto de pereza intelectual hay en repetir agendas y programas? ¿No será hora de plantear nuevas formas de apropiación de los recursos y medios de los pueblos? ¿No es posible pensar en formas soberanas que aseguren la autodeterminación de los pueblos, prescindiendo de las mediaciones institucionales?. Estas son incógnitas que por lo menos nos hacemos. La izquierda tradicional no se las hace, porque camina dictando.

*Este concepto es teorizado por el Colectivo de Situaciones.

El aporte de Gramsci: "La crisis orgánica en Argentina"


Antonio Gramsci fue un dirigente, intelectual y activista marxista italiano que desarrolló la parte más significante de su teoría política en las cárceles del fascismo italiano. Primero fue el fascismo quien lo condenó al presidio, luego sería el estalinismo el que lo condenaría al ostracismo hasta las décadas del 60 y 70.

Tamaña obra no podía mantenerse oculta. El desarrollo del nuevo marxismo –liberado del soviético- permitió que conozcamos la obra de uno de los intelectuales más importantes del siglo XX.

Este rescate fue y es muy útil para los “movimientos de sociales”. Si bien Gramsci escribió en otra época histórica, si bien no alcanzó a ver al capitalismo avanzado y al neoliberalismo ni la globalización, sus teorías tienen tal magnitud y trascendencia que son muy útiles para interpretar la realidad.

Tal ves el concepto gramsciano más importante es el de "crisis orgánica". En palabras del propio Gramsci: "la crisis orgánica se provoca cuando los viejos dirigentes intelectuales y morales de la sociedad sienten que se les hunde el terreno bajo sus pies(...) piden al estado que adopte medidas represivas y se constituyen en un grupo de resistencia apartado del proceso histórico real, aumentando de este modo la duración de la crisis, porque el ocaso de un modo de vivir y de pensar no puede producirse sin crisis".

La crisis orgánica provoca una desvinculación de los gobernantes respecto de los gobernados, una crisis no coyuntural sino orgánica –estructural- que afecta los consensos y por lo tanto la Hegemonía. Esta crisis si bien parte de lo económico, va mucho mas allá de ello cuando entran en crisis los valores, las creencias y las formas de vida prevalecientes hasta el momento. Pueden conducir a una revolución, cambio estructural, como pueden ser la ocasión de volver a dejar el poder en manos de los que estaban.

Es decir, la crisis orgánica o hegemónica es esencialmente una crisis de legitimidad y de consenso de un modelo de sociedad. Gramsci aclara que si bien esta crisis tiene características de fondo, no significa el inexorable triunfo de los proyectos revolucionarios. Las crisis orgánicas pueden terminar en la instauración de un poder revolucionario o en la restauración del sistema. El concepto de restauración aparece asociado a la idea de la "reforma o maquillaje del capitalismo".

Si bien lo que hablamos hasta ahora gira alrededor de la teoría ¿cuanto de esto encaja en la realidad actual de nuestro país? ¿Encuadra el concepto de "crisis orgánica" en nuestra realidad? Creemos que si, aunque ningún concepto debe ser tomado sin una adaptación a las circunstancias de época. Por ejemplo, cuando Gramsci hablaba de las posibilidades de instauración de un poder revolucionario se refería a un estado obrero y proletario. Tal ves hoy nosotros deberíamos verlo desde otras perceptivas, incorporando a la teoría de Gramsci la idea del poder como relación social, como construcción colectiva y no como elemento material. Pero en aquel momento Gramsci ¿podía imaginarse la construcción de otro poder?

No existe en nuestro análisis una intención maniqueísta, que sería muy deshonesta. La intención es tomar las herramientas intelectuales adaptándolas –en la medida de lo posible- a nuestra realidad. Reconocer la historicidad de los procesos sociales.

¿No vive el sistema económico, social y político en Argentina una crisis orgánica?. Creemos que si. La crisis orgánica es una crisis de consenso, de credibilidad y legitimidad. En nuestro país los modelos económicos implementados en los últimos años son rechazados por la población, ya no hay lugar para que se propongan las teorías ortodoxas de mercado de la década del 90. Desde lo político la crisis del "sistema de partidos" y de la "democracia representativa" es enorme e inédita. En ningún país de América Latina como en el nuestro son tan cuestionados los partidos, los sindicatos tradicionales y el Estado. La "sociedad civil" argentina no se siente representada por sus dirigencias políticas. ¿Pero entonces porque las sigue eligiendo? Porque hablamos de procesos, de crisis que pueden durar años. La gente vota porque esta obligada a votar, porque el sistema le a creado esa gimnasia, pero ¿vota creyendo que algo va a cambiar?

En las últimas elecciones legislativas –octubre de 2005- el 35.4% de padrón no fue a votar, y un 9% votó en blanco. Los candidatos de Kirchner no superaron el 26% de los votos y ningún candidato de la oposición superó el 10% de los votos. Los porcentajes que daba el gobierno –que hablaban de un respaldo del 40%- eran engañosos porque los obtenían teniendo en cuenta las personas que fueron a votar y no el total del padrón.

Como nos dice Gramsci con enorme lucidez: "las "crisis orgánicas" se producen cuando lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer". Aquí hay algo muerto, que huele a podrido: el modelo neoliberal y la democracia representativa. Y algo que quiere nacer pero no puede: la nueva sociedad que se construye desde abajo, desde los colectivos y movimientos que están buscando la forma de hacer encajar las distintas voces y tonalidades que las constituyen.

Sin duda el hecho trascendental que nos hizo comprender en forma cruda y salvaje la crisis orgánica del sistema en Argentina fue el 19-20 de diciembre de 2001. Pese a que no generó un cambio revolucionario gestó nuevas formas de pensar lo político y lo social. Nada será igual después del 19-20 de diciembre. Allí surgieron nuevas formas de representación política, como las Asambleas Barriales y Populares. El 19-20 de diciembre fue un hecho histórico fundacional.

Vimos en carne viva la "crisis orgánica". ¿Pero que pasó después?. El sistema logró restaurase. Los movimientos sociales y políticos no fueron capaces de generar un cambio revolucionario. Pasar –en palabras de Gramsci- del "momento productivo" al "momento político". El sistema logró restablecerse con la llegada de Kirchner que cumple el rol de contenedor de la crisis. Es el "restaurador".

Sin embargo la "crisis orgánica" esta viva. Solo esta apaciguada temporalmente. Será necesario que los movimientos sociales y los sectores progresistas en Argentina construyan poder, reagrupen sus fuerzas y construyan una Hegemonía nueva.

El aporte de Gramsci es tremendo. Principalmente porque con el recuperamos la dimensión de lo político. Lo político vuelve a estar vivo. Lo político por encima de lo económico –análisis objetivista del marxismo tradicional- y de lo filosófico –desviación de algunas concepciones posmodernas-.
Para construir Hegemonía hay que hacer política. Hay que unificar el Bloque Histórico, hay que unir los particularismos. Con Gramsci la política sale del ostracismo. Sale del placar del capitalismo.

Fuente: La reconstrucción de la sociedad civil desde los movimientos de resistencia en la Argentina. Autores: Hugo Calello y Susana Neuhaus/ Informe "Primeras precisiones sobre el resultado electoral"/ Instituto de Estudio y Formación (IDEF) de la CTA.